Un baúl de éxitos
concha piquer, la reina de la copla
Los domingos en Madrid no serían lo mismo sin El Rastro, repleto de los sonidos, olores y colores propios del costumbrismo madrileño. A lo largo de la Ribera de Curtidores y calles aledañas todo son puestos de música, ropa, piel, lencería… y de repente, haciendo esquina con la Calle de Rodas, un rincón mágico nos sorprende. Un patio en el que el tumulto y el ruido desaparecen y se tornan tranquilidad y elegancia… se trata de las Galerías Piquer, un espacio comercial que debe su nombre a la cantante Concha Piquer, una de sus promotoras.
Concepción «Concha» Piquer López (Valencia, 1906 – Madrid, 1990) fue una de las figuras más relevantes del género de la copla en España. Pasó hambre en su infancia y, tras la muerte de su padre, con sólo once años, se vio obligada a abandonar la escuela y comenzar a trabajar como cantante. Con dieciséis ya vivía en New York y triunfaba en Broadway… había llegado sin saber leer ni escribir y en poco tiempo, gracias a su talento, se había convertido en una artista universal y en la mejor embajadora de la cultura española.
Una cinta encontrada en 2010 en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos prueba que Concha Piquer protagonizó la primera película sonora en 1923, cuatro años antes de que Alan Crosland rodara El cantante de jazz, considerada por los historiadores como la primera obra cinematográfica hablada. Concha Piquer fue la primera artista del cine sonoro.
Al volver a España, la encorsetada sociedad de la época miraba asombrada a la cantante: aquella atrevida mujer fumaba, conducía su propio coche, hablaba inglés y… ¡trabajaba!. Incluso llegó a posar semidesnuda y a ser imagen de una "deliciosa bebida de aroma y sabor exquisito”, la Coca-Cola. El régimen franquista llegó a multarla en varias ocasiones por sus osadas letras e interpretaciones, pero no impidió que, durante los años 40 y 50, fuera la artista española que más discos vendía, la que más sonaba en las radios y la que mejores espectáculos presentaba.
“La Piquer” fue una mujer adelantada a su tiempo y también una empresaria de éxito, como demuestra la adquisición de los solares donde se construyeron estas galerías comerciales. Abiertas en 1950, con el nombre de Galerías Isla de Cuba, su diseño corrió a cargo del arquitecto José de Azpiroz y Azpiroz. Sin embargo, fue tal la expectación causada en su fiesta de inauguración, a la que asistió la tonadillera, que pasaron a ser conocidas popularmente como Galerías Piquer. Debido a su éxito, al poco de su apertura se pusieron en marcha otros recintos similares, igualmente especializados en antigüedades y coleccionismo, como las Nuevas Galerías y las Galerías Ribera.
Dicen que si buscas algo y no lo encuentras en El Rastro, no lo encontrarás en ningún otro sitio, y es cierto... ¡incluso es posible encontrar un espacio de quietud y relajación como este, en mitad del ajetreo de este castizo mercadillo!