Un héroe sin suerte

Estatua de Eloy Gonzalo. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Estatua de Eloy Gonzalo. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

ELOY GONZALO, EL HÉROE ABANDONADO

Si el día de mañana te convirtieras en estatua… ¿desde qué lugar de Madrid te gustaría ver pasar el tiempo? ¿Un lugar animado o un lugar tranquilo? Dependerá de tu carácter. Si Eloy Gonzalo, el héroe de Cuba, hubiera podido elegir, creo que su agitada vida le habría llevado a escoger el lugar preciso en el que hoy encontramos su efigie: la plaza de Cascorro, en pleno Rastro madrileño. Desde este lugar convive como un vecino más, desde hace más de cien años, con los variopintos personajes del barrio.

La vida de Eloy Gonzalo García (Malaguilla 1868- Cuba, 1897) estuvo marcada por el abandono. Entregado como recién nacido en la inclusa de la calle Mesón de Paredes, fue rescatado con sólo nueve días de vida por un guardia civil y su mujer. Sin embargo, este no se trataba de un gesto altruista, ya que la ley otorgaba una pensión de 60 reales por manutención a la familia. Once años después, al caducar la pensión, acabó también el cariño familiar y el futuro héroe tuvo que sobrevivir en la calle, trabajando como albañil, labrador, carpintero o barbero, hasta que con 21 años decidió alistarse en el Ejército… quizá buscando una familia que, a priori, nunca le abandonaría. Estaba equivocado.

Tras amenazar con un arma a su teniente, al que había sorprendido junto a su amada, ingresó en la prisión militar de Valladolid, condenado a 12 años de cárcel. Mientras tanto, las insuficiencias de las tropas españolas llevaron al Gobierno de Cánovas del Castillo a indultar por Real Decreto a todo militar que estuviese en prisión, siempre y cuando solicitara como destino la Guerra de Cuba, que acababa de estallar. Eloy Gonzalo se ofreció voluntario y fue indultado.

La noche del 5 al 6 de octubre de 1896, tras un año de combates en la manigua, llegó el momento de gloria de nuestro protagonista. Al mando del capitán Francisco Neila, ciento setenta soldados españoles resistían en la localidad cubana de Cascorro desde hacía más de 15 días, sin víveres ni municiones, cercados por los independentistas cubanos que les masacraban desde un fuerte cercano.

Al borde de la derrota, Eloy Gonzalo se ofreció voluntario para prender fuego al fortín enemigo con la sola ayuda de una lata de petróleo, una antorcha, un fusil y una larga soga atada a la cintura para que pudieran rescatar su cadáver, convencido como estaba de su muerte. Milagrosamente, tras conseguir su objetivo, el joven soldado consiguió volver junto a sus compañeros sin un rasguño y convertido en un héroe.

El 15 de octubre, el periódico El Imparcial llevaba a su portada la heroica hazaña de Eloy Gonzalo, de quien afirmaban "llevó su valor y su abnegación a un límite sobrehumano”.

Gonzalo había resistido al asedio, era un héroe y la gloria le esperaba en su país… pero no sobrevivió al arma más eficaz de los mambises: las epidemias. Nunca volvió a España, un año después del asedio moría en el Cementerio de la Almudena, dedicado a los caídos de las guerras en Cuba y Filipinas, donde se encuentran actualmente.

En 1897, el gobierno de la nación y el Ayuntamiento de Madrid decidieron homenajearle poniendo su nombre a una calle y colocando esta estatua en la actual plaza de Cascorro, obra del escultor Aniceto Marinas, inaugurada en 1902 por Alfonso XIII.

Inclusero, ex convicto, héroe y final dramático… Eloy Gonzalo reúne todos los ingredientes del héroe romántico: valentía, generosidad y entrega, pero sobre todo, el honor de ser uno de los héroes más queridos de Madrid.

Eloy Gonzalo García (Malaguilla 1868- Cuba, 1897)

Eloy Gonzalo García (Malaguilla 1868- Cuba, 1897)

Eloy Gonzalo llevó su valor y su abnegación a un límite sobrehumano
— Domingo Blanco, corresponsal de El Imparcial en La Habana


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