Los increíbles
San Isidro, Santa maría de la cabeza y san illán: santa familia
¿Habéis escuchado alguna vez la expresión “de tal palo tal astilla”? Solemos utilizarlo para referirnos a quienes imitan o adquieren características o cualidades de sus padres o del entorno en el cual se criaron. Y es que los niños ven lo que hacen sus padres, cómo se comportan, y aprenden esas mismas conductas, las adquieren y las repiten en un futuro. Eso mismo debió ser lo que le ocurrió a San Illán, hijo de San Isidro y de su mujer Santa María de la Cabeza… a fuerza de ver milagros en casa, acabó por realizarlos él mismo.
Hacia 1082 nacía, en el seno de una familia mozárabe humilde del Mayrit musulmán, Isidro de Merlo y Quintana, más conocido como San Isidro Labrador.
Los colonos mozárabes ( cristianos de origen hispano-visigodo que vivían en tierras musulmanas de al-Ándalus) suponían casi la mitad de la población de esta zona en el siglo XI, poco antes de que el territorio madrileño pasara a manos cristianas en 1085 por parte de Alfonso VI.
La infancia de San Isidro transcurrió en los arrabales del barrio de San Andrés, actual barrio de La Latina, pero la inestabilidad militar en Madrid, que seguía siendo objetivo recurrente de los musulmanes, obligó a su familia a trasladarse a Torrelaguna.
En esta localidad madrileña, el santo conocería a su mujer, María Toribia, que también alcanzaría la santidad con el nombre de Santa María de la Cabeza. María e Isidro tuvieron un sólo hijo, Illán, quien se convertiría con el tiempo en San Illán.
La familia de futuros santos se trasladó de nuevo a Madrid, donde Isidro trabajaría como labrador al servicio de Juan de Vargas, miembro de uno de los más poderosos linajes del Madrid medieval y dueño de una casa junto a la iglesia de San Andrés donde Isidro, María e Illán se hospedaron.
Pero si San Isidro y su familia son realmente conocidos, es por sus milagros. La Iglesia atribuye al santo un total de 438… una cifra récord. Entre los más destacados están el de arar la tierra con ayuda de su fe, elevar las aguas del pozo en el que se encontraba su hijo Illán, hacer brotar agua incluso en las zonas más secas, multiplicar la comida para alimentar a los pobres, sanar a los enfermos o mantener su cadáver incorrupto años después de muerto… un curriculum envidiable para cualquier santo.
Por su parte Santa María de la Cabeza, consiguió cruzar el río Jarama a pie, sobre su mantilla, para librarse de los infundios de infidelidad que contra ella lanzaban la gente. Tras su muerte, se separó su cabeza del cuerpo y desde entonces se le atribuyen diferentes milagros, relacionados la mayoría con la curación de dolores de cabeza.
Del hijo de ambos, San Illán, se sabe muy poco… de hecho, no ha sido canonizado nunca por ningún Papa, y por lo tanto la Iglesia no le incluye dentro del santoral. Se le atribuyen los mismos milagros que su padre, relacionados con el agua, la agricultura y los animales… una familia de milagros ecológicos.
La antigua casa de Juan de Vargas, en la que se hospedó la familia, y en la que murió el santo patrón en 1172, fue en el siglo XVI convertida en palacio de los Condes de Paredes y actualmente alberga el Museo de San Isidro. En su patio renacentista, pieza única de esta época junto al del Colegio Imperial en la calle de Toledo, podemos encontrar estas estatuas de San Isidro y Santa María de la cabeza, ubicadas en el mismo lugar que un día acogió su hogar familiar.
Como veis, los milagros y la santidad fueron la norma en esa familia tan especial y que tanta devoción y cariño genera en Madrid. Aunque estas fiestas de San Isidro serán un poco diferentes, sin chulapos y chulapas que puedan bailar sus chotis por respetar la distancia de seguridad, esperaremos al año que viene para disfrutar de los claveles, rosquillas, la luz y el color que llenan las calles de la capital para celebrar de las fiestas en honor a su santo más querido: ¡Viva San Isidro… y su familia!