El enemigo invisible
El hospital de la muerte
¿Quién no ha sufrido alguna vez un virus informático? Teniendo en cuenta que hoy todos dependemos de la tecnología para desarrollar nuestro día a día, sus consecuencias pueden ser incómodas, pero nunca letales. De haber vivido en el Madrid del siglo XV, podrías haber contraído el virus biológico más temido de la época, la peste, muriendo en pocos días entre terribles dolores. Uno se transmitía por el aire y el otro a través de Internet… pero en ambos casos, el tratamiento lo habrías recibido en este lugar, en plena Puerta de Sol de Madrid, hoy tienda oficial Apple y hace cinco siglos Hospital del Buen Suceso, donde los apestados eran internados.
La peste negra convirtió el siglo XIV europeo en el siglo de la muerte. Surgida en China, llegó a Constantinopla en 1347 y de allí pasó a Italia, Francia, España y Norte de África. Los ochenta millones de habitantes que se estiman en Europa entre 1347 y 1353 se redujeron a treinta. Los seis millones de habitantes de la Península Ibérica se redujeron a dos y medio.
En 1348 la peste llegaba a Madrid, causando una epidemia sin precedentes que se cobraría en un año la vida de más del sesenta por ciento de la población. Las pésimas condiciones higiénicas, la mala alimentación y los escasos conocimientos médicos favorecieron esta situación. Las ratas fueron el principal vehículo de transmisión de la enfermedad y la velocidad de contagio fue asombrosa, ya que convivían con la población en granjas, casas y medios de transporte, como los barcos.
La enfermedad se incubaba en un plazo de entre 16 y 20 días. Los primeros síntomas de los infectados eran fiebre alta, escalofríos y malestar general. Posteriormente dolor de cabeza y vómitos, para desembocar en inflamación de los nódulos linfáticos en ingles, axilas y cuello, neumonía y septicemia, manifestándose en forma de visibles manchas oscuras en la piel, de donde derivó el nombre de “peste negra”. En pocos días se producía la muerte de los enfermos, que eran enterrados en fosas apartadas de los núcleos urbanos para evitar contagios.
Las mortalidad causada en tan solo siete años tardó dos siglos en recuperarse y los supervivientes se reorganizaron de un modo distinto. Durante la epidemia, la población rural se desplazó a la ciudad en busca de alimento y el campo quedó despoblado.
En 1438 otro brote de peste penetró en Madrid. Entre abril y noviembre murieron más de 5.000 personas, una cuarta parte de la población de la villa. El primitivo Hospital del Buen Suceso se fundó entonces en este lugar, actual Puerta del Sol, cuando aún quedaba fuera de los límites de la muralla, con el fin de atender a los apestados.
Algunos años después los Reyes Católicos fundaron el Hospital de Corte, de carácter itinerante, para atender a los soldados y personal de la Corte. Felipe II, en 1611, reconstruiría el conjunto, compuesto por hospital e iglesia, dotándolo de carácter permanente.
Los enfrentamientos entre el pueblo de Madrid y el ejercitó napoleónico del 2 de mayo de 1808 dañaron tanto el conjunto que ya nunca volvería a utilizarse. En 1854, el hospital y la iglesia fueron demolidos y en su solar se construyó el Hotel París, cuya estructura y fachada mantiene la actual tienda Apple de la Puerta del Sol.
La peste golpeó España en distintas oleadas hasta su último brote, a principios del siglo XVIII. En 1649 Sevilla perdía más de 60.000 habitantes de los 140.000 que tenía por culpa del peor brote de peste negra de su Historia. El 21 de mayo de ese año Madrid cerró sus puertas a toda persona o producto procedente de Sevilla. Tres de los hijos del pintor Bartolomé Esteban Murillo morirían en esta epidemia.
Es curioso cómo el paso de los siglos recupera la historia pasada de un mismo espacio vinculándolo a su presente, tal y como si tuviera memoria propia: hace cinco siglos el virus de la peste aquejaba a quienes accedían a este edificio… hoy es el virus del consumismo el que padecen muchos de los que se agolpan en su puerta durante días cuando se estrena un nuevo dispositivo tecnológico.