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Palacio del Conde de Tepa. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Palacio del Conde de Tepa. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

fonda de san sebastián, origen de las tertulias madrileñas

¿Existe algo más divertido que quedar con tus amigos a tomar algo en vuestro bar de confianza y charlar sobre vuestros temas durante horas? Estas reuniones de amigos dieron origen, en el Madrid de los siglos XVIII y XIX, a las primeras tertulias literarias en las que, más allá de las simples conversaciones, se contribuía a impulsar la sociedad de la época.

En la sociedad del Siglo de Oro, era habitual que quienes alardeaban de poseer grandes conocimientos hicieran habitualmente alusiones a Tertuliano (Quinto Séptimo Florenso), teólogo del siglo II. Solía decirse que sus sermones eran tres veces mejores que los de Marco Tulio Cicerón… y por ese motivo lo llamaban Ter Tulio. De ahí vendría la palabra Tertulia.

El antecedente de estas tertulias lo encontramos en los mentideros de la Corte y en las llamadas “academias literarias” del Siglo de Oro. Se trataba de reuniones de poetas en las que se discutía sobre temas literarios. En Madrid la más célebre era la Academia Mantuana, en la que Lope de Vega presentó su Arte nuevo de hacer comedias.

De la evolución de una de estas academias, la Academia del Buen Gusto, nació la que es considerada la primera de las tertulias modernas de la capital y la más importante del siglo XVIII, la tertulia de la Fonda de San Sebastián. Fundada por Nicolás Fernández de Moratín en 1771, tenía lugar en los bajos abovedados de este edificio, el Palacio del Conde de Tepa, en la Plaza del Angel.

Francisco Leandro de Viana, Conde de Tepa, era un hombre rico, culto e ilustrado, con una de las mejores bibliotecas de la época. Los autores reunidos en su tertulia aspiraban a renovar la poesía y a modernizar el teatro. El dueño de la fonda solía colocar en las paredes del recinto letreros normativos como “Prohibido hablar de política” y “Sólo se puede hablar de toros, teatro, versos y cosas de amor”, que los contertulios no solían respetar.

A ella acudían los mejores escritores del momento para leer y discutir sobre literatura: Moratín, Iriarte, Samaniego, Jovellanos, Meléndez Valdés, López de Ayala... José Cadalso leyó allí sus primeras Cartas marruecas e incluso un recién llegado a Madrid Francisco de Goya asistió en sus inicios. Ya en el siglo XIX frecuentaron esta tertulia autores del Romanticismo como Mariano José de Larra, José Zorrilla o José de Espronceda.

La creación de Sociedades Económicas de Amigos del País a fines del siglo XVIII facilitó la creación de nuevas tertulias. Además, la difusión de la prensa escrita, que se solía leer en los cafés y casinos, animó la charla y el debate en torno a la actualidad y renovando los temas.

Hoy en día las tertulias continúan celebrándose en cualquier bar de nuestras calles, en los que no faltan contertulios dispuestos a arreglar el país entre trago y trago. ¡Benditas tertulias!

La tertulia. Jose Benlliure Gil, hacia 1890

La tertulia. Jose Benlliure Gil, hacia 1890

La televisión ha acabado con el cine, el teatro, las tertulias y la lectura. Ahora tantos canales terminan con la unidad familiar.
— Antonio Mingote


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