La jaula de sal
cárcel del saladero, secarse entre rejas
¿Os habéis preguntado alguna vez si las personas con las que nos cruzamos cada día podrían ocultar un terrible pasado? De la misma manera, muchos de los lugares por los que paseamos habitualmente encierran una historia oscura. Es el caso del Palacio de la Condesa de Guevara, antigua Cárcel del Saladero, en la Plaza de Santa Bárbara de Madrid.
También conocida como Cárcel de Villa, fue una de las prisiones más tétricas del siglo XIX. Mandada construir por Carlos III y diseñada en 1768 por Ventura Rodríguez, debía su nombre al uso original del edificio: un matadero de cerdos y saladero de tocinos. Se ubicó a las afueras de la ciudad, en la Plaza de Santa Bárbara, una zona humilde donde muchos de sus habitantes se dedicaban a la cría de cerdos.
En 1831, un brote de tifus desatado en la Cárcel de Corte, obligó a plantear habilitar un nuevo penal lejos del centro y el elegido fue este edificio. Convertido en improvisada jaula, en su interior se hacinaban los presos en condiciones penosas, agolpados, malnutridos y enfermos.
Tan sólo los que tenían dinero podían alquilar una celda en la “zona noble” y sólo los menores de edad, a quienes llamaban “micos”, tenían su propio espacio. Las fugas de reos y los talleres de falsificación de billetes eran habituales en esta cárcel, que pronto se convirtió en un nido de corrupción.
En la Cárcel del Saladero fueron encarcelados bandidos como Luis Candelas o Paco “el Sastre”, que acabaron fugándose. Políticos de la época como Nicolás Salmerón o Salustiano Olózaga, a quien Candelas ayudó a escapar, o personajes como el torero Frascuelo, pasaron una temporada entre sus muros.
Uno de sus huéspedes más famosos fue Jerónimo Merino Cob, conocido como “el cura Merino”. Este religioso atentó con un puñal contra Isabel II en una galería del Palacio Real, cuando esta se dirigía a la presentación de su hija, la Infanta Isabel, en la Basílica de Atocha.
El magnicidio no llegó a producirse gracias a las ballenas del corsé que vestía la reina. Aunque tras el juicio se demostró que el cura sufría un trastorno mental, fue finalmente condenado a muerte y trasladado al Campo de Guardias, una explanada al norte de la ciudad, tras la Puerta de Fuencarral, donde eran ejecutados los reos condenados a la pena capital.
Esta prisión se mantuvo activa hasta 1884, cuando sus presos fueron trasladados a la nueva Cárcel Modelo de Madrid. Un año más tarde, en 1885, fue derribada para construir el Palacio de la Condesa de Guevara, que en la actualidad acoge el Centro de Innovación del BBVA.
Matadero de cerdos, cárcel infrahumana, palacio para la nobleza y centro de innovación tecnológica en pleno barrio de Chamberí… está claro que con el paso de los siglos todos conseguimos redimirnos… si la memoria histórica nos lo permite.