Puro teatro

Teatro Español. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid

Teatro Español. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid

Teatro español: De corral de comedias a teatro universal

Madrid es una ciudad repleta de propuestas de ocio y cultura para todos los gustos pero, sin duda, uno de los mayores atractivos para el visitante es su amplia oferta teatral. Desde el microteatro hasta los musicales, pasando por el teatro clásico, se trata de un espectáculo único que ya habrías podido disfrutar de haber visitado la capital en el siglo XVI, en un espacio dedicado desde entonces a la representación teatral: el corral de la Pacheca, actual Teatro Español, uno de los teatros más antiguos del mundo.

Nos situamos en el Madrid de la segunda mitad del siglo XVI. Tras pocos años siendo capital del reino, la Villa comenzaba a avanzar como núcleo estable y a definir nuevas señas sociales. Una de ellas, el teatro, abandonaba poco a poco su herencia medieval de representaciones callejeras itinerantes, para instalarse en espacios fijos, pequeños corrales o patios traseros formados por una o varias casas colindantes, que se convertirían en la principal forma de ocio de los madrileños: los llamados corrales de comedia.

A finales del siglo XVI llegaron a existir hasta seis corrales abiertos en Madrid, todos ellos dependientes de las cofradías de la Sagrada Pasión y de la Soledad que, con el fin de obtener recursos con los que costear sus hospitales, recurrieron a montar estos primitivos teatros para quedarse con parte de la recaudación de las entradas: la llamada sisa.

La cofradía de la Sagrada Pasión llegó a levantar tres corrales de comedia: uno en la Calle del Sol y dos en la del Príncipe, el corral de la Pacheca y el Corral de Burguillos. La cofradía de la Soledad hizo lo propio en la Calle del Lobo (hoy Calle Echegaray) y en la de la Cruz. Sólo éste último y el corral de la Pacheca prosperaron en un Madrid inmerso en el Siglo del Oro.

El llamado corral de la Pacheca estaba situado en la esquina de la Plaza de Santa Ana con la Calle del Príncipe. Fue alquilado por la cofradía de la Sagrada Pasión a la señora Isabel Pacheco, de quien tomó su nombre, y la primera representación en su tablado tuvo lugar el 5 de marzo de 1568.

Se trataba de un solar con un escenario formado por bancos sostenidos por tablas y dos cortinas, una hacía de fondo y la otra de telón. Tampoco contaba con techado ni con patio de butacas, por lo que el público debía permanecer de pie.

Entre los asistentes destacaban los llamados “mosqueteros”, más dedicados a hacer ruido que a seguir la obra. Solían acudir con carracas, pitos o cascabeles que hacían sonar provocando gran alboroto y a veces incluso llegaban a lanzar objetos a los actores. Eran muy temidos por los productores teatrales porque su actitud podía marcar el éxito o el fracaso de una obra.

Las mujeres contaban con una galería independiente reservada al final del patio, denominada “cazuela”.

La decadencia del corral de la Pacheca se atribuye a la instalación del contiguo corral del Príncipe, que abrió al público en 1583 y acabaría absorbiendo al corral original. Sobre sus tablas estrenarían sus obras más exitosas los autores más importantes del Siglo de Oro, desde Lope de Rueda hasta Lope de Vega o Calderón de la Barca.

En esta época se puso de moda entre los autores más vanidosos, colocarse a la puerta del corral para, si la obra era un éxito, recibir las felicitaciones del público. Esta costumbre sería el precedente del gesto de salir a escena el autor de la mano de los actores para recibir el aplauso de los asistentes, que se introduciría en el teatro español en 1836.

También en este momento surgió la costumbre, entre los actores y productores teatrales, de desearse “mucha mierda” como señal de buena suerte. El origen de esta tradición proviene de las personas que acudían a los corrales de comedia en sus caballos. Los animales solían hacer sus necesidades en la puerta del recinto por lo que, cuando estaba a punto de empezar la representación, un miembro de la compañía se asomaba y miraba la cantidad de excremento que había depositada. Cuanta más había, más espectadores estaban asistiendo a la obra y mejor entrada se recaudaría.

Con el tiempo, este corral de comedia siguió sufriendo modificaciones. Su estructura original cambió en 1735, cuando el arquitecto italiano Juan Bautista Sachetti, en colaboración con un jovencísimo Ventura Rodríguez, iniciaron las obras de un nuevo edificio, el Teatro del Príncipe, cubierto en su totalidad y en el que además de teatro se ofrecían espectáculos de magia, animales y sombras chinescas.

Este nuevo Teatro del Príncipe contó con su propio grupo de seguidores, “los chorizos”, en pugna constante con “los polacos”, que animaban al rival y cercano Teatro de la Cruz.

Tras un incendio en 1802, del que sólo se salvó la estructura exterior, Juan de Villanueva realizó un nuevo proyecto, pasando en 1849 a adoptar el nombre que aún hoy conserva, el Teatro Español.

El Teatro Español de Madrid es el único de la capital cuya ubicación coincide con la que tuvo el corral de comedias del que surgió, aquel primitivo corral de la Pacheca… el mismo espacio en el que hace más de cuatro siglos nació el teatro moderno, un tesoro que debemos cuidar y proteger para que, dentro de otros cuatro siglos, quienes nos sucedan puedan presumir de mantener vivo un legado de cultural universal y atemporal.

Lope de Vega Carpio (Madrid, 1562- 1635)

Lope de Vega Carpio (Madrid, 1562- 1635)

¿Cómo compones?
— Leyendo,
y lo que leo imitando,
y lo que imito escribiendo,
y lo que escribo borrando,
de lo borrado escogiendo
— Félix Lope de Vega


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